¿En qué estaba pensando el secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, cuando no se le ocurrió avisar a nadie durante casi una semana de que estaba ingresado en cuidados intensivos, en pleno fragor de las guerras en Ucrania y en Gaza? La polémica sobre la situación médica del jefe del Pentágono, que se recupera en un hospital militar de las complicaciones de una operación quirúrgica, no cede al paso de los días. El candidato republicano y expresidente Donald Trump reclama su cese; la Casa Blanca ha sido tajante este lunes: mantiene toda su confianza en el general.
Austin, solo por debajo del presidente Joe Biden en la cadena de mando militar estadounidense, entró en la unidad de cuidados intensivos del hospital Walter Reed, en las afueras del norte de Washington, el 1 de enero. Durante cinco días nadie supo que el secretario de Defensa estaba hospitalizado. Ni su segunda, Kathleen Hicks —que había viajado a Puerto Rico y tuvo que asumir allí las tareas de su jefe—, ni el mismísimo presidente estadounidense.
Finalmente, el pasado viernes a última hora de la tarde, y solo 24 horas después de haber notificado la situación al consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, el Pentágono emitió un sucinto comunicado. El general de cuatro estrellas continúa este lunes todavía ingresado, aunque el Departamento de Defensa asegura que se recupera sin problemas y se ha hecho cargo de sus tareas desde su habitación del hospital. Biden conversó el sábado con él. Pero, según la nota más reciente del Pentágono, del domingo por la noche, no hay una fecha prevista para que el paciente reciba el alta.
“No hay ningún plan que no sea el que el secretario Austin continúe en su puesto de trabajo y prosiga adelante con el liderazgo que ya ha demostrado”, ha asegurado a la prensa desde el avión presidencial Air Force One el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, que ha acompañado a Biden este lunes en una visita a Carolina del Sur. Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, en el mismo vuelo, ha subrayado que el presidente mantiene su “completa confianza” en su secretario de Defensa.
“Evidentemente, como cabe esperar, examinaremos el proceso y el procedimiento en este caso e intentaremos aprender de esta experiencia”, ha puntualizado Kirby. Si la pesquisa sobre lo ocurrido determina que es necesario ejecutar cambios en el protocolo de notificaciones, la Casa Blanca los aplicará. Hasta ahora, la oficina presidencial revisa cada mañana dónde se encuentran los titulares de cada cartera, pero solo de manera “genérica”, según el portavoz: controla la ciudad o la localización en la que están, pero no el punto exacto.
“La cuestión principal ahora mismo es la salud del secretario Austin y asegurarnos de que recibe todos los cuidados y apoyos que necesita para recuperarse por completo”, ha apuntado el portavoz. “Ya ha vuelto a asumir todas sus responsabilidades. Ya ejecuta todas las funciones de las que se ocupa habitualmente. La única diferencia es que lo está haciendo desde el hospital”, ha agregado.
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Hasta el momento no se ha dado a conocer cuál ha sido el problema médico del secretario de Defensa, un hombre de naturaleza introvertida que detesta divulgar detalles de su vida privada, según sus allegados.
El Pentágono sí ha confirmado que Austin se había sometido a una operación quirúrgica al comienzo de las vacaciones navideñas, y fue dado de alta un día más tarde. Pero las complicaciones resultantes de esa intervención obligaron al ingreso hospitalario. “No hubo notificación o conocimiento en la Casa Blanca o en el Consejo de Seguridad Nacional hasta la tarde del jueves”, ha admitido Kirby. “Se espera que cuando un representante del Gobierno queda hospitalizado, se notifique a la cadena jerárquica. Eso es lo que se espera”, ha concluido.
Las obligaciones de Austin como secretario de Defensa requieren que esté disponible en todo momento para responder al estallido de cualquier posible crisis de seguridad nacional. Se trata de una necesidad especialmente imperiosa en un momento en el que Estados Unidos se enfrenta a ataques de grupos simpatizantes de Irán en Oriente Próximo y teme la expansión del conflicto entre Israel y Hamás por otros puntos de la región, mientras Rusia recrudece sus ataques en Ucrania. En un comunicado emitido el sábado, Austin asumía su “total responsabilidad” por la falta de transparencia y el secreto en torno a su situación médica.
Pero no parece que la Casa Blanca haya interpretado el fallo de comunicación como una negligencia maliciosa, sino más bien como una omisión fruto de la personalidad discreta del general. Austin, el primer secretario de Defensa negro de EE UU y un hombre de gran presencia física —mide 193 centímetros—, es una persona muy apreciada en la Administración. Y Biden se ha caracterizado durante toda su vida política por ser muy leal hacia su equipo. Algo que se ha acentuado en un mandato presidencial en el que se ha rodeado de personas de su absoluta confianza y que se conocen desde hace décadas.
“El presidente respeta el hecho de que el secretario Austin haya asumido la responsabilidad por la falta de transparencia. También respeta el magnífico trabajo que ha hecho como secretario de Defensa”, sostenía Kirby este lunes.
Críticas y dudas
Aunque la Casa Blanca esté dispuesta a pasar página, la oposición republicana no parece dispuesta a abandonar la polémica, y menos aún a falta de una semana para que comience en los caucus de Iowa el proceso de primarias para decidir nuevo candidato en las presidenciales de noviembre. Algunos congresistas demócratas también han comenzado a expresar dudas sobre lo adecuado del comportamiento del jefe del Pentágono.
El favorito para la nominación, Donald Trump, aseguraba el domingo por la noche en su red social, Truth Social, que Austin debe quedar cesado por su “conducta profesional impropia y dejación de funciones”. “Ha estado desaparecido durante una semana y nadie, ni siquiera su jefe, el corrupto Joe Biden, tenía ni idea de dónde estaba o podría estar”, escribía.
La presidenta del grupo republicano en la Cámara de Representantes y miembro del Comité de las Fuerzas Armadas en ese organismo, Elise Stefanik, también ha reclamado la salida del jefe del Pentágono, en un mensaje en X, antes Twitter: “Esta preocupante falta de transparencia exhibe un tremendo error de juicio y una amenaza seria a la seguridad nacional. Debe exigirse una completa rendición de cuentas, empezando por la dimisión del secretario Austin y de quienes mintieron por él, y una investigación del Congreso sobre esta grave dejación de funciones”.
En un comunicado conjunto, los líderes de ambos partidos en el Comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Rogers y el demócrata Adam Smith, escriben que “aún quedan por contestar varios interrogantes” sobre el caso, “incluido en qué consistió la operación quirúrgica y cuáles fueron sus complicaciones, cuál es el estado de salud del secretario en la actualidad, cómo y cuándo se produjo la delegación de responsabilidades y la razón del retraso en la notificación al Congreso y al presidente”.
“La transparencia es algo absolutamente fundamental”, señalan ambos legisladores. “El secretario Austin debe proporcionar lo antes posible estos datos adicionales sobre su salud y el proceso de toma de decisiones que ocurrió la semana pasada”.
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