Este sábado ha sido día de luto oficial en la República Checa. Las banderas han ondeado a media asta. La catedral de San Vito de Praga acogió un funeral masivo por la mañana en memoria de las víctimas mortales de David K, el joven de 24 años que irrumpió el jueves fuertemente armado en la facultad de Filosofía y Letras. El solemne tañido de las campanas recorrió el país de iglesia en iglesia a mediodía, seguido por un minuto de silencio. Dos días después de la tragedia, también ha sobrevolado un murmullo que suena cada vez más alto: cómo es posible que un estudiante registre ocho armas de fuego sin que se active ninguna alarma. Surgen además dudas sobre la actuación policial el día del ataque, el más grave de la historia del país. El autor del tiroteo estaba en la lista de sospechosos de un crimen cometido el 15 de diciembre y el día del asalto, la policía supo con antelación que se dirigía a Praga, armado, después de encontrar a su padre muerto. Fueron a buscarle, pero enviaron sus patrullas a un lugar que resultó equivocado.
David K. era un estudiante de Historia retraído, con buen expediente académico, premiado por su tesina, y sin antecedentes penales, pero con una afición extremadamente cara y peligrosa: las armas. El portal PrahaIN.cz se pregunta cómo pudo amasar un arsenal que, según sus cálculos, puede llegar a costar 480.000 coronas, casi 20.000 euros. Solo el fusil de asalto que empleó en el tiroteo para matar a 14 personas y herir a 25 vale alrededor de 200.000 coronas, más de 8.000 euros, señala también iDNES.cz.
Pero más allá del precio, la cuestión que más dudas plantea es cómo obtuvo la licencia para ese arsenal, que registró hace unos meses. El país tiene una de las legislaciones más laxas de la UE en materia de armas, con el derecho a la posesión para la autodefensa inscrito en la Constitución. También exige, sin embargo, una serie de exámenes para poder obtener los permisos, incluidas pruebas de aptitud mental. David K., según iDNES.cz, había tenido problemas psicológicos recientemente por los que debió ser tratado, por lo que hay dudas sobre cómo obtuvo las licencias. Algunos medios se hacen eco estos días de supuestos mensajes suyos en redes sociales como Telegram en los que había mostrado su intención de cometer una masacre y emular tiroteos sucedidos en Rusia. Además, no era miembro de ninguna asociación de tiro o de cazadores, numerosas en el país. Se sabe que hace unos meses hizo un curso de tiro, pero pasó desapercibido y tampoco dejó huella entre sus instructores.
En la policía no se activó ninguna señal de alarma al ver a un joven estudiante registrar de repente un buen número de armas, algunas de gran tamaño. El subjefe del cuerpo, Tomás Kubik, reconoció que “falló el sistema o una persona” y anunció que se investigará cómo pudo pasar inadvertido el registro del arsenal de David K.
Los medios locales repasan los acontecimientos de los últimos días y ven también lagunas en la actuación policial. Primero está el asesinato en el bosque de Klánovice, en el distrito de Praga, al este de la capital, de un hombre y su bebé de dos meses. Precisamente por su gran arsenal, David K. estaba entre los más de 4.000 posibles sospechosos, pero no se le consideró prioritario. “Estábamos a pocos días de evitar este trágico suceso”, reconoció en Radio Pragra el jefe de la policía criminal de la capital checa, Ales Strach. Las pruebas balísticas confirmaron este viernes que el arma empleada en el crimen es una de las del autor del tiroteo.
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Están también en duda las actuaciones del día de los hechos. Tres horas antes del tiroteo, la policía recibió un aviso de que David K. se dirigía a Praga con la intención de suicidarse. Para entonces ya conocían su arsenal y sabían que iba armado. Cuando fueron a su domicilio en Hostoun, a unos 20 kilómetros al oeste de la capital, encontraron además el cadáver de su padre en el sótano y un artefacto explosivo con un temporizador. Los agentes se dirigieron entonces a la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina en la plaza de Jan Palach, en pleno centro de Praga, a donde se sospechaba que se encaminaba David K. Allí les indicaron que el estudiante tenía una clase programada en otro edificio cercano, en la calle Celetná, según explicó el jefe de la policía regional, Petr Matejcek, en una rueda de prensa.
La policía se dirigió a esa otra sede, a donde envió refuerzos, con la intención de evacuarla y no dejó a nadie en el edificio principal. Pero además, no advirtió de que existía la posibilidad de que apareciese el estudiante armado. “No había ni un solo indicio de que quisiera hacer daño a nadie. Se sospechaba que quería suicidarse”, justificó Matejcek. Cuando vieron que no estaba en la clase prevista eran las 14.28. A las 14.59, la policía recibe el primer aviso del tiroteo en el edificio principal. La policía tardó apenas cuatro minutos en llegar, pero David K. estuvo disparando durante 21 minutos, hasta que a las 15.20 se disparó a sí mismo. “Si hay alguna duda, investigaremos de la forma habitual del departamento de control interno. Estoy orgulloso del trabajo de los policías”, aseguró el principal responsable de la policía, Martin Vondrásek.
Mientras se esclarecen las dudas, el país intenta superar el trauma y rinde homenaje a las víctimas. Ya se conocen las identidades de tres de ellas. Son Lenka Hlavkova, directora del Instituto de Musicología de la universidad; Jan Dlask, experto en literatura finlandesa; y Lucie Spindlerova, estudiante de primer curso.
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